Por Gabriela Canteros
Lola Mora fue una de las pocas escultoras mujeres que logró
reconocimiento durante su vida, becada en Europa, para realizar sus
estudios en escultura clásica. Luego fue criticada y olvidada por la
misma sociedad que la ovacionó. Se conoce poco sobre su origen y su
final en la pobreza y el olvido; a veces es preferible no recordarlo. Lo
que podemos hacer es tomar su periodo de esplendor, cuando tuvo la
fuerza y la voluntad de estudiar y crear esculturas magnificas. Como la
famosa Fuente de las Nereidas, con figuras clásicas que sin embargo
tenían un tratamiento especial de movimiento, dinamismo y composición, y
destacan el estilo de la artista, tienen la fuerza y la escala de las
esculturas griegas y romanas pero salieron de la mano de una artista
argentina.
Dolores Candelaria Mora Vega era su nombre completo, nacida en las
Trancas, al norte de Tucumán, ¿otros señalan que fue en territorio
salteño?, en 1866. Lo llamativo para la época era que ella trabajaba con
pantalones, ese pequeño gesto rebelde y revolucionario para el momento
histórico la distinguía entre sus pares en el taller de escultura.
Lola comenzó estudiando pintura con el artista y profesor Santiago
Falducci y prosiguió sus estudios en Roma becada por el gobierno
argentino en el taller de Guilio Monteverde quien la formó en el trabajo
en mármol, el modelado en arcilla, el bocetaje de esculturas y la
introdujo en el mundo de la escultura.
Entre sus obras más conocidas se destacan: La Fuente de las
Nereidas, La Libertad o La República, La Gloria, El Gaucho o Paisano, La
Madre y el Hijo o La Maternidad, El Soldado y El Clarín o Clarín de la
Patria, Belgrano y la Bandera o La Jura de la Bandera, Fray Gorriti
bendiciendo la Bandera, Los Granaderos.
Las artistas mujeres y diversidades han participado de una amplia
gama de movimientos y estilos artísticos de gran envergadura, pero las
exposiciones en museos o galerías siguen siendo desiguales en cuanto
al número y representación de las mismas. La ausencia de las mujeres en
los espacios culturales como protagonistas y creadoras es notable, se
les da en general un rol pasivo, marginal y muchas veces inexistente.
En la historia del arte nacional, nos resuenan escasos nombres, entre
ellos: Raquel Forner, Lola Mora, Alicia Penalba, Sara Facio, Norah
Borges, Procesa del Carmen Sarmiento, Silvina Ocampo (aunque su
actuación en las artes plásticas es más bien breve es digna de ser
contada), la artista francesa Léonie Matthis (1883-1952), radicada en
Buenos Aires, Ana Weiss de Rossi (1892-1953), fotógrafa que vivió en
Argentina. También Grete Stern, Graciela Sacco, Lía Gismondi, Sarah
Grillo, Diana Dowek y Gertrudis Chale. Ellas son algunas de las artistas
que podemos encontrar en colecciones nacionales y que podemos seguir
descubriendo.
En el año 1997 un grupo de jóvenes estudiantes del último año de la
Escuela de Artes N°3 de la localidad de Libertador General San Martín,
provincia de Jujuy, realizaron una réplica de la Fuente basada en
fotografías de la misma, ninguno conocía en ese momento la original. El
proyecto fue organizado por el artista y profesor jujeño Miguel Ángel
Castro. Llevó meses tal tarea, fue una réplica efímera realizada en
estructura de alambre, hierro y cartapesta pintada con látex. El
resultado fue exhibido en el escenario de la fiesta de los estudiantes
de dicha escuela y trasladado a la ciudad de San Salvador de Jujuy,
donde fue exhibido durante la semana del estudiante. Finalizados los
eventos la obra efímera fue destruida, y los restos de hierros y
materiales reciclados para el próximo año.
Lola Mora fue conocida en su tiempo, olvidada y repudiada, luego
rescatada y en algunos casos homenajeada. Escribí esta nota recordando
su importancia en la historia del arte monumental argentino y en la
escultura universal, y como una integrante más de esos jóvenes de 17
años que en 1997 participó de la reproducción efímera de su famosa
Fuente de la Nereidas.